“Si, acepto”. Esta es la respuesta que sin pensar damos a los convenios electrónicos que como contratos inteligentes nos advierten entre muchas cosas; normas de uso, limitaciones de acceso, declaración de identidad, mayoría de edad, términos que al consentirlos activan un instrumento legal.
La mayoría pasa por alto los documentos digitalizados que “los prestadores” nos sugieren leer.
Los escritos que casi todos desprecian establecen reglas y políticas que rigen el mundo al que deseamos tener acceso.
Las firmas digitales son herramientas básicas que todos tienen a disposición.
Ellas conforman el prototipo de un contrato inteligente.
Las más frecuentes implican que conocemos la política de privacidad, que sabemos las limitaciones en el uso de “cookies” y que estamos al tanto de las reglas –que por ejemplo- dispone Amazon en relación a las “devoluciones”.
Sin embargo las cosas pueden ponerse más serias.
Existen contrataciones que usan los canales electrónicos que requieren de una “verificación por voz”.
Se trata de un sistema de autenticación de doble paso que usa una codificación en formato MP3 o WAVE.
El asunto es sencillo. Si deseas anexar, cambiar, reinstalar u objetar parte de las cosas que están en el contrato, no requieres ir a la notaría.
Las empresas prestadoras de servicios o vendedores de bienes poseen plataformas que verifican cualquier instrumento contractual posible.
Al iniciar una relación con estipulados, o al tratar de adecuarla, los registros son básicos.
Para todos es familiar la siguiente locución: “Para su seguridad y mejor calidad de servicio, está llamada será grabada”.
Es así que todo cuanto allí se acuerde con la operadora será parte del contrato incluyendo los archivos de audio.
Ahora, mucho tiempo ha pasado desde que los escupitajos en la palma de la mano y los estrechones servían para cerrar un trato.

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Con el arribo de “blockchain” los contratos por transacciones financieras apartaron a los abogados del panorama.
Blockchain ha dispuesto en la mente de todos un abanico de opciones que alcanza lo sucesoral, la permuta, o la disolución mercantil.
El contrato inteligente con el uso de Blockchain lo está cambiando todo.
Uno de las transmutaciones más importantes logradas con los contratos inteligentes es que los millones de dólares invertidos en intermediarios, abogados y notarios han pasado al territorio del ahorro con posibilidades de uso en aumento de inversión.
Contratos inteligentes: Accidente o valor agregado
Los contratos inteligentes son el oro que se halla cuando en el lecho del río recolectamos lino para la hilandería.
Aunque no son un “accidente”, no eran un propósito central tras la creación del concepto algorítmico de cadena de bloques.
La historia nos indica que la primera criptomoneda que empezó a operar fue el bitcoin en 2009, que nació con su libro mayor bajo el brazo: El blockchain.
Se podría decir que los contratos inteligentes son la sustancia más pura de la casuística en la génesis de los criptoactivos.
No obstante hay evidencias históricas que advierten que Nick Szabo, un científico informático y criptógrafo estadounidense, fue el primero en introducir los contratos Smart, en 1994.
El blockchain integra en red diferentes tecnologías que hacen del documento una industria casi inviolable, debido a que ninguna empresa, gobierno u organización puede corromper esta clase de base de datos.
Con estos apuntes preliminares, tenemos que anexar en la crónica que emprender contratos inteligentes a partir del blockchain de bitcoin era una labor de “expertos”.
Las cosas mejoraron mucho para las “personas comunes” con la llegada del lenguaje Solidity para programar los contratos.
Es el resultado de la introducción de Ethereum; una plataforma que funciona sobre el concepto de contratos que actúan como un agente automatizado.
Los contratos inteligentes son código de código abierto y autoejecutable que se ejecuta cuando se cumplen ciertas condiciones.

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Debido a su naturaleza abierta y al hecho de que el código del contrato es conocido de antemano y no puede ser modificado o alterado por actores maliciosos, muchos sugieren que los contratos inteligentes podrían reemplazar a los contratos tradicionales.
Contrato: Una necesaria retrospectiva
El contrato nació con la palabra de la humanidad hace millones de años y esa sustancia vive aún.
Se trata de un acuerdo donde los más elevados preceptos éticos entran en juego para cristalizar un plan en el que participan personas o instituciones.
En el alma de la convención está depositada la confianza, ingrediente que en su seno acumula más riesgo que los bienes, capitales o servicios que estén dados a “ser intercambiables por otra cosa”.
En Derecho Mercantil se puede entender como “cosa” al dinero, pero no es el único objeto en una relación jurídica.
Cuando el contrato nació solo “Dios nuestro Señor” era la compañía de la declaratoria.
Apotegmas sobre la “solidez de la palabra empeñada”; junto a historias de “caballerosidad y justicia” llenan volúmenes de una historia que aún se registra.
Sin embargo muchísimos más legajos ilustran la bajeza humana: Fraudes, estafas, agavillamiento, son algunas de las palabras con las que se han titulado narraciones en las que como protagonista está la miseria y como colofón se ha colado hasta la muerte.
Y entre las partes, que un día “felices” refrendaron un contrato, hubo intermediarios.
Todos cobraron: Abogados, registradores, notarios, gremios.
Estos “certificadores” se llevaron su tajada; pero qué pasa cuando al final del camino la palabra empeñada no se cumple: Se renueva la pesadilla.
Atacados en su orgullo las víctimas buscan nuevos intermediarios para demandar justicia.
Hacen lo posible por recuperar la pérdida y se transan por la mitad de nada para deshacerse de un una pérdida total.
Y así la rueda del dinero de la “legalidad” sigue girando; usando el combustible el ego, una sustancia inflamable que puede hacer del más brillante de los hombres, un ser torpe, cretino y sin valor.
Resistencia al cambio es señal de cambio
Sustituir a la banca actual es una ambición de los creadores de las criptomonedas.
La banca tradicional y las organizaciones multilaterales son sus primeros detractores.
Los economistas plegados al status quo aseguran que; bitcoin, ethereum o ripple son parte de una súper-burbuja en la economía a punto de estallar.
Sin embargo el mundo económico está ideando viaductos para comunicar el presente con el futuro.
Como ejemplo podemos colocar el caso de la bolsa de valores alemana Börse Stuttgart.
La institución creó la App Bison, desarrollada por Sowa Labs para que los usuarios puedan invertir en criptomonedas como BTC, ETH, XRP y LTC.
Bison reduce significativamente la complejidad del registro y la prueba de identidad”. Además, asegura que la App no cobrará ninguna comisión a sus usuarios.
Otro cambio que es necesario destacar es lo relativo al desarrollo de Rootstock. Es parte de la historia de bitcoin y clave para rastrear la génesis de los contratos inteligentes.
Rootstock es una plataforma peer-to-peer que entre muchas cosas permite hacer “dinero programable”; y descentralizado con la que se puede ejecutar automáticamente contratos acordados con total transparencia y sin influencia humana.
Utiliza Solidity que es el idioma principal en Ethereum; así como de otras Blockchain privadas que se ejecutan en plataformas competidoras.
Debido a su naturaleza abierta y al hecho de que el código del contrato es conocido de antemano no puede ser modificado o alterado por actores maliciosos
Y es un hecho que los contratos inteligentes podrían reemplazar a los contratos tradicionales.

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Los contratos inteligentes son rápidos; se ejecutan de forma inmediata, autónoma y no hay forma de que ninguna parte pueda influir en ellos.
Los contratos inteligentes presentan en la sociedad una férrea resistencia al cambio debido a su carácter disruptivo.
Las fuerzas institucionales están creando obstáculos a los encriptados contractuales; porque son de utilidad en áreas como las votaciones, administración, cadenas de suministro, salud y bienes raíces.
Aplicaciones de los contratos inteligentes
La posibilidad de que varias partes cooperen sin que ninguna de ellas sea capaz de manipular o usar el sistema a su favor es la fortaleza del contrato inteligente.
Los contratos inteligentes tiene aplicaciones en automatización de pagos, registro y cambio de propiedad; también transacciones energéticas, propiedad intelectual, seguros, apuestas, compras automáticas, votaciones y smart property.
En líneas generales un contrato inteligente se constituye cuando las partes configuran los términos del contrato; este se almacena en una dirección específica de la blockchain; el evento contemplado en él ocurre y la consecuencia anteriormente establecida se lleva a cabo.
No podemos olvidar que aún existen desventajas y debilidades; pero lo importante es que se trata de una tecnología que ahorra millones de dólares y que ya tiene un impacto profundo en el mundo.